Los goliardos


Entre los siglos XI y XIII irrumpe en la Europa medieval un curioso género de poesía profana en latín, que ostenta una originalidad, un estilo y una actitud frente al mundo y sus placeres, que le permite pasearse libremente por la taberna o el lupanar sin por ello carecer de un genuino valor literario y un profundo significado social y cultural. Se trata de un movimiento poético que florece en Alemania, España, Francia e Inglaterra y emerge del ambiente literario más culto, elevando cantos al vino, al amor, a los placeres corrientes o simplemente a la vida alegre.

Los autores de esto cantos, por lo general anónimos, son altos dignatarios de la Iglesia, clérigos y estudiantes atiborrados de retórica latina y lecturas de clásicos, que ponen toda su preparación literaria y su agudo ingenio al servicio de una creación poética que satiriza su entorno, parodia la majestad de los himnos eclesiásticos, canta alegremente al vino o al amor y da rienda suelta a la malicia estudiantil. 



Difícilmente puede verse en este feliz descenso de la poesía docta, desde las alturas del templo o la severa cátedra, hasta la taberna o el lupanar, la pretensión de divertir al pueblo, pues como advierte el medievalista español Martín de Riquer: “No [es] para divertir al pueblo, que difícilmente podría entender su engolado latín y su chiste intelectual, sino para cantar en regocijado grupo de gente cultivada.”

Los poetas que nutren este movimiento son llamados goliardos (goliardi) y clérigos vagantes (clerici vagantes). Los segundos son, por lo general, o bien estudiantes en constante movimiento de una escuela a otra, pues es el momento en que las grandes universidades europeas se están organizando, y que se ganan el sustento diario ejerciendo actividades más o menos relacionadas con los juglares; o bien, clérigos sin beneficio o monjes que han abandonado el claustro de las órdenes religiosas y se han entregado a una vida irregular y errabunda. En cuanto a los goliardos, no resulta fácil determinar el origen de dicha denominación. Lo único que puede afirmarse en este sentido, es que estos poetas se daban a sí mismos el nombre de goliardos afirmando en tono burlón que pertenecían a la “orden goliárdica”, afirmación que no debe tomarse en serio. 



Entre los muchos cancioneros en los que se ha conservado la poesía goliárdica se encuentran la colección denominada Carmina Cantabrigensia, y el conocido cancionero denominado Carmina Burana, que reúne poemas escritos en Alemania, Francia e Inglaterra; también vale la pena citar la colección de poemas escritos en las proximidades del monasterio de Ripoll (Cataluña) en el siglo XIII, conocido como Carmina Rivipullensia, entre otros.

La cantata Carmina Burana es una obra musical del siglo XX compuesta por Carl Orff entre 1935 y 1936, utilizando como texto algunos de los poemas medievales de Carmina Burana (pincha AQUÍ para leer la letra en original y su traducción). 



Fuente: Los goliardos. La lírica profana medieval. Julián Naranjo Escobar, en MITO. REVISTA CULTURAL
http://revistamito.com/los-goliardos-la-lirica-profana-medieval/

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